jueves 9 de junio 2016
Llegué con el dolor tierno de otro despojo menstrual que se disipó con la claridad del día. Como bestia cuadrúpeda exploré el territorio hasta descubrir una escultura de tinglar en la arena. Quise creer que alguien me la dejó allí en el medio de mi escenario matutino. Gracias. Mis pensamientos agobiantes empezaron a transmitir la frecuencia de las olas y se tiñeron de turquesa. Así pude palpar las piel erizada de la eternidad. O tal vez fueron las carcajadas de tres hombres masivos tratando determinadamente de montarse en el mismo kayak sin éxito que me anclaron a la inmensidad universal.
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miércoles 8 de junio 2016
Esta vez un desvelo frenético me debilitó tanto que coartó mis intenciones de llegar a la orilla. No importa, me quiero regalar otras cien palabras por seguir nadando en la incertidumbre… Aunque me huelan a cien palabras resucitadas de un pozo estancado hace milenios, Aunque me sepan a cien palabras sobre-cocidas en un caldo viejo de nubes, Aunque se sientan como cien palabras agrietadas por la falta de lluvia y cariño, Aunque se escuchen como cien palabras estremecidas por la condición colonial de un pueblo. Aunque se vean como cien palabras pintadas sobre un muro con orín de borrachón. martes 7 de junio 2016
“La vida es como la espuma, por eso hay que darse como el mar.” Llegué con heliconias, la cámara y otro desvelo sabroso enroscado entre mis huesos. El sargazo aún aguardaba mi visita. Volví a ver "Y tú mamá también” de madrugada luego de 10 años. Buscaba escenas del mar que recientemente con todo este bailoteo costero he tenido a flor de piel. Recordaba a Luisa danzando en la orilla y entre la espuma, pero comprobé que lo que le bailaba era el alma, pues había decidido vivir desenfrenadamente como el mar, haciendo de muros arena y del tiempo, dunas. lunes 6 de junio 2016
El sol ardía luz, la arena una alfombra candente, como siempre quiso ser, el mar emperifollado de turquesa y cristal. Tanta gala… Tanta gala y las tercas garras de la auto-crítica permanecían con mi alma en jaque. Cerré los ojos, abrí los oídos, entró el mar. Y con el mar entró la posibilidad, con la posibilidad, el juego con el juego, algo con sabor a placer. Memorizé las notas que toca el viento si le regalas un puñado de sargazo. Con el rescoldo de esa melodía volátil espanté la arena con los pies, trazando la ruta entre dos tesoros. domingo 5 de junio 2016
Una reflexión de ayer en cien palabras, sentada en una mesa con la taza de café vacía y yo vestida de mañana… Otro día pasó sin visitar la orilla, sin saborear el néctar de mi cuerpo en movimiento. Fue culpa de un emocionante desvelo durante el cual buscaba imponerle un orden impecable y absurdo a mi habitación. Era como si quisiera que la geometría de mis pertenencias y su ubicación en el espacio le dieran sentido a 27 años y pico de existencia. Y durante ese proceso despertaron los pájaros y se asomaron los azules del alba por mi ventana. sábado 4 de junio 2016
Quería que la espuma fuese tan sencilla como una sábana blanca, para arroparme con ella y aguardar tiempos mejores, pero era todo lo contrario. Me gritaba con la boca llena de intenciones turbias, lanzándome un torrente de chocolatina putrefacta que desganadamente acariciaba mis tobillos. El murmullo del mar y la resolana feroz me ensordecían y me cegaban. En vez de abrir los sentidos, hoy le devolví al mar una danza vacía y sin rumbo, como un cascarón olvidado de cariba a la merced de la orilla. Artaud aplaudiría (o burlaría) sólo desde el sanatorio mis intentos fútiles de alquimia costera. viernes 3 de junio 2016
Llegar a la orilla fue como escarbar un túnel kilométrico en un babote de mantequilla de maní…con la boca. Quiero culpar al rechazo por mi parálisis. Sin embargo llegué a la orilla, inhalé salitre, exhalé moho mental, y proseguí a elogiar con movimiento a los grises, azules y verdes que allí me esperaban en paz. De la respiración me trasladé a la creación. Erguí cadáveres de sargazo solo para ver al tractor desmantelarlos de inmediato con su apetito voraz. Cadáveres de sargazo. Monumentos a la fugacidad. Marañas de tierna posibilidad. Dosis microbianas de fertilidad marina. Especímenes de inspiración escénica. jueves 2 de junio 2016
cien palabras para la danza que no se dio… No me presenté a la orilla pero la arrastré conmigo por toda la ciudad, como una estela de disturbios y sueños que se diluían rápidamente con el aguacero. Resulta que este compromiso auto-impuesto con la orilla me pesa, lo cual es de esperarse, pues no siempre puede ser ligero el amor, especialmente cuando se trata de amar al mar. Atardecía y me visualizaba danzándole a la medianoche con una valentía de embuste porque me estaría sacudiendo el pavor a la violencia masculina que suele manchar la oscuridad. Supuestamente las mujeres no deben bailarle solas al mar en la oscuridad. miércoles 1 de junio 2016
La sinfonía de grises y el viento me invitaron a bailar con una comodidad sin precedentes. Como quien puede sencillamente sintonizar a un canal de radio, yo pude disolver las barreras entre mis huesos y el viento. Al principio no hizo falta musculatura, sino apertura. Las nubes conspiraron para perdonarme por levantarme tan tarde. Sin ellas el sol me azotaría con tal vigor que las preocupaciones por las arrugas, las manchas y el cáncer cutáneo no me permitirían la libertad que hoy sentí. No niego que la maldita canción de Justin Bieber que tengo pegada ahuyentó intentos de auto-crítica. tiempo transcurrido (de escritura): 19 minutos palabra descubierta: conexión (no conección) |
P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
November 2022
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