martes 20 de febrero 2018
Resulta que la tristeza era el gran preambulo para la sangre. Pero de eso hablaremos luego. Como todavía no nos hemos conocido, te cuento que soy la reina de un hormiguero desganado que sale cada día en una fila no tan recta para buscar el pan.
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lunes 19 de febrero 2018
No creo que es justo recurrir a la escritura solo porque me siento triste. Pero ya lloré y no bastó, y pues aquí estoy con los ojos hinchados, insistiendo sobre un teclado iluminado para que mañana sea mejor. Creo que estoy rezando, pero no pertenezco a ninguna de esas iglesia donde se canta duro y feo los domingos. jueves 8 de febrero 2018
¿Se puede bailar con las palabras, ya que no siento impulsos para moverme? Bailar es aprender a caer. ¿Cómo se escribe cayendo? Yendo lento, sintiendo el calor entre las vocales y soltando el pulso que amarra los verbos a la acción. Es seducir al pronombre para que desvista lo intocable. O romper con los criterios de la movilidad para sacudir la pelvis de las ideas hasta que caigan, para luego abrirlas con el filo de la cordura. Tienen grietas, quieren estallar. Carecen de ritmo, se desprendieron de su razón de ser. Cocinan dudas a fuego lento, cuelan café cosechado en el fondo del mar. Se tuestan con el estornudo de un sol cada vez más alérgico al amanecer. Ponchan con dedos de sal y cobran vida cada quincena. Destituyeron al que manda y andan asando lechón en los jardines olvidados. Allí también queman la basura con algo parecido a la culpa hasta que el humo no las deja verse y se chocan y hacen charcos de sangre sobre la brea caliente que luego se evapora y llueve sobre las alas del penúltimo guaraguao. No lo dejan volar y este se estrella contra la fe de un cristiano converso y la perfora, cosa de que ahora cree en otras diosas, de las que bailan música electrónica sin ropa y meriendan comején. No, no es un viaje, es un baile de palabras sobra una pista de papel. (no lo quiero editar mucho, pero se lo merece) martes 6 de febrero 2018
Quería decir algo del color palpitante que tiñe la mañana antes de meterle el diente, ese color al borde del colapso, el que no tiene fondo, el que se lame las heridas cuando nadie lo ve, esa mezcla indomable de sueños a medio soñar y el peso de la rutina que se avecina. Mañana toca devorar la mañana otra vez. Y enterrarle las garras para trazar el devenir con su sangre. Temo que arderá, como el mercurio que nos untaban las abuelas, las que quizás sufrían más, las que cargaron en sus vientres a nuestras madres por no poder decir que “no." Son cuerdas que la guitarra no tiene. Las toco con lo poco que me queda de los dedos luego de otro día desmenuzando las mismas preguntas y luchando con las ganas licuadas de huir. lunes 5 de febrero 2018
no siempre pesa esta carga jueves 1 de febrero 2018
Supongo que llega el momento en toda práctica artística consciente y duradera, como lo ha sido esta, en la que no sabes si vale la pena seguir porque ya no te interesa tanto lo que produces y entonces te das cuenta que el proceso se ha convertido en tu mejor aliado y fiel compañero de vida. Es tenerse a uno mismo, escucharse, conversarse, bailarse. Y puede ser coctel de ego y narcisimo pero hoy, como lo ha sido siempre, esta práctica es mi mejor compañía. Sigue lloviendo. Faltan techos. La lluvía me ahoga el sentido humor. |
P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
November 2022
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