sábado 4 de junio 2016
Quería que la espuma fuese tan sencilla como una sábana blanca, para arroparme con ella y aguardar tiempos mejores, pero era todo lo contrario. Me gritaba con la boca llena de intenciones turbias, lanzándome un torrente de chocolatina putrefacta que desganadamente acariciaba mis tobillos. El murmullo del mar y la resolana feroz me ensordecían y me cegaban. En vez de abrir los sentidos, hoy le devolví al mar una danza vacía y sin rumbo, como un cascarón olvidado de cariba a la merced de la orilla. Artaud aplaudiría (o burlaría) sólo desde el sanatorio mis intentos fútiles de alquimia costera.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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