viernes 7 de octubre 2016
A la orilla de una fuente en una plazoleta innecesaria yo merendaba pepinillos encurtidos mientras una niña asesinaba chorros de agua con su espada amarilla de foam. Aunque ella gritaba y jugaba en inglés, su abuelo le reía las gracias en español y cada vez que resbalaba, la pequeña sonreía y se paraba. Fue allí, en el seno de otro desarrollo despiadado de la Ca Lo (Calle Loíza, pa’ que te enteres) que una chiquitina impartía cátedra sobre lo ligeras que podrían ser las caídas de culo en los charcos resbalosos de la vida. Resumen: ríe, levántate y sigue jugando.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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