viernes 10 de junio 2016
Horca en mano. Iba con plan. Recoger sargazo. Acababa de ver a dos caribas copulando. La quietud, el silencio y la duración de ese acto íntimo me dejaron revuelta y frenética. En la orilla descifré que el sargazo tiene orden, tiene dirección y nos habla en millas naúticas. Su lenguaje es precisio. Nos dicta cada mañana las dimensiones del mar cuando nadie lo mira. Dice: “Hasta aquí llegó cuando dormías, así le bailó a la luna.” La arena seca, pero el sargazo permanece ahí, si lo dejamos. Como lápida sepulcral de la marea alta. Como testimonio salado del oleaje oscuro.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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