miércoles 28 de diciembre 2016 Sarita era una mujer dulce pero firme. Cuando la visitabas TENÍAS que comer lo que estuviese cocinando. El día que la conocí, dejó el fuego tan alto que se desbordó del caldero una neblina densa del color ardiente de sus labios. El viento soplaba con tanta fuerza que arrastró aquella sustancia sublime hasta el cerro costero. Sarita insistió en llevarnos hasta la playa para probar su plato arruinado pero la ventolera nos llenó la boca de arena y tuvimos que comer con la mirada. Luego Sarita nos hizo correr hacia el sol para digerir aquel banquete de belleza que nos dio.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
November 2022
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