miércoles 13 de julio 2016
No sé si fueron las gotitas frías de llovizna que poblaron mi espalda y me anclaron al presente. No sé si fueron los estragos del sueño profundo que me había arropado toda la noche. Algo espantó las palabras y me permitió disfrutar del movimiento sin la torrente de pensamientos que usualmente me acompaña. Eso sí, cuando comencé a saltar me tildé de fea, de torpe, de débil, de incapaz. Parece que ese espacio que emerge entre la planta de mis pies y el suelo cuando me elevo está lleno de heridas por sanar. Supongo que por eso los columpios sanan.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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