martes 8 de diciembre 2020
pie forzado: opina del país como si tu voz importara por 15 minutos. luego edita por 15 minutos. Se necesita fe para enraizar esta cresta de islas sobre un suelo tan incierto y movedizo como el actual y el que se avecina. No hablo de la fe que se predica en tronos sin pagar impuestos. No hablo de la fe del megáfono ni de la que se rige por mandamientos y pecados, aunque ellas también tendrán que unirse para el futuro deseado. Hablo más bien de una fe líquida, indomable, sensual, una fe invertebrada, a lo pulpo, a lo aguaviva, a lo lombriz. Es la fe de que la siembra de hoy y el saludo de ayer no mueven montañas, al contrario, las cuidan y las dejan ahí. Es la fe que trasciende las canteras y los yates, la fe que celebra el ángulo invernal de un sol que siempre está a punto de caramelo. Es la fe que entiende la pandemia como un reflejo de sus propias orillas y que por lo tanto sabe entregarse al baile de la espuma, sin resistencia pero con claridad y alerta. Una fe preparada para volver a dar la mano pos-tormenta y el abrazo pos-pandemia. Una fe lograda con sudor y paciencia, una fe jamás lograda, una fe que sabe estar presente y acepta ser fugaz. Es una fe que no exige, sino que invita al tacto directo de su herida invisible.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
November 2022
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