martes 13 de diciembre 2016
El médico le tendió la mano, fría. Se disculpó por la tardanza, nervioso. “Cuéntame.” Ella habló más con los dedos que la voz. Él no se percató. Ella optó por desahogarse pero ninguno supo nadar. Entre cada braceada jadeaban, cuando arremetían las olas, rezaban. La marejada no se apiadaba. El sol intentó secarlos con sus rayos pero todo pudo más que ellos… En el fondo oscuro el doctor al fin la mira. Le recetó una vida nueva que su plan ya no cubría. Ella, con la vida rota que tenía, armó una nave de esperanza para regresar a la orilla.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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