lunes 2 de octubre 2017
Las mismas tristezas tocan a la puerta. Las dejo entrar. Las alimento en silencio y las llevo a bailar con la espuma bajo una luna que pareciera estar ajena al desastre. En la penumbra mi cuerpo se reconoce y entre suspiros se deshace. El viento reemplaza la carne y la luz disipa el dolor por un instante. Entre la magia astral también toca lidiar con el miedo de que esos tres hombres abandonen sus siluetas y me violen. Es el precio de bailar sola en la playa de noche.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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