lunes 16 de enero 2017
Había una vez una niña que tenía los pies en la tierra hasta que una noche se despejaron las nubes y salieron las estrellas. En ese momento se le llenaron los pulmones de un aire ligero lleno de temores. Sin darse cuenta empezó a levitar. Un insecto desconocido con caparazón de cera se le acercó al oído. La felicitó por haber aprendido a volar bajito pero le advirtió que buscara compañía para no estrellarse contra asuntos triviales de la vida. Cuando ella lo miró el color de sus pupilas le derritió el caparazón y la soledad nunca más los asustó.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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