lunes 12 de diciembre 2016
Amaneció con el ojo derecho del tamaño de una toronja redi pa' exprimir. Le daban ataques repentinos de llantos a la inversa. Sudaba miel cruda y olía a primavera prematura. Cuando intentaron bañarla las gotas de agua tibia se convertían en cera. No hubo más remedio que dejar que las abejas colonizaran su vientre mientras esperaban su recuperación. Ella tuvo que soportar el cosquilleo, la dulzura, el zumbido y el calor. Sus ideas se polinizaron y el siguiente verano rindieron fruto. El ojo izquierdo también se le hinchó como un cítrico suculento pero lloraba un jugo codiciado que podía vender.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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