viernes 12 de abril 2019
Cleo vivía desganada hace 8 años en un pueblo empolvado donde todos los males se trataban con una raíz amarilla y cantos desafinados. Tenía un solo set de sábanas blancas que ya no eran blancas y eso le provocaba cierto orgullo que nunca compartió con nadie. Los viernes lloraba sin saber bien por qué pero ponía buena cara los lunes. La sonrisa fingida le duraba casi los cinco días laborables. Fingía tanto que llegó a sentir algo parecido a la felicidad por intérvalos demasiado cortos. Nunca supo describir su empleo pero trabajaba duro duro. Le guardaba rencor a sus padres por no abrazarla fuertemente, pero ella tampoco los abrazaba así. Temía arrepentirse de su propia frialdad. Prendía velas para dejar de llorar y rezaba a medias, cuando le convenía. Dormía con libros antiguos de auto-ayuda sobre su cama, cosa de que no podía moverse mucho al dormir para no tumbarlos. Esos límites le traían una paz temporera.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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