miércoles 30 de noviembre 2016
Sucede que sentarme en el piso frío con mis perros a escribir le saca sonrisas sutiles a mi alma. El grande agita su cola en mi cara, desempolvando así el presente para que yo pueda maniobrar entre minutos sin estrellarme mientras la pequeña se lame con cuidado las pezuñas, borrando todo rastro de lo andado. La tibia luz y el aliento canino hacen del espacio una ciénaga de milagros que hoy florecen sin la menor provocación. Las manos de la abuela que tantas veces acariciaron los lomos de estos satos ahora aplauden desde el cielo al compás de los coquíes.
1 Comment
May
12/1/2016 04:44:17 am
She's back, with a vengeance, para curar un cuello herido
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
November 2022
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