miércoles 11 de enero 2017
Hoy nos tragó una nube. Cuando finalmente nos escupió, aterrizamos entre la luna y el sol. Allí fuimos felices por un instante pero el frío y la noche nos cogieron desprevenidos. Se nos erizó tanto la piel que empezó a chocar con toda la vegetación que nos rodeaba, hasta rayó el cielo con su textura rabiosa. Este se infectó con ceniza de estrella. Tuvimos que limpiarlo con la sal de nuestras lágrimas viejas y animarlo con las íntimas danzas que inventamos allá en la montaña. Cuando el cielo sanó nada cambió y nuestros esfuerzos jamás agradeció pero nunca sentimos rencor.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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