martes 23 de agosto 2016
Diamantes incrustados en el horizonte destellaban sus nobles deseos ante mí. Parecía que el sol y las nubes hicieron un serrucho con el mar para sembrarlos ahí. Los vientos del sur también merecen crédito por esta hazaña matutina pues conspiraron para pasmar el mar y cederle protagonismo a las nuevas joyas del horizonte. En medio de esa gala silente una pareja se borraba las caras con besos sedientos y abrazos eternos que anularon el concepto de distancia. Las pencas no supieron que decir. Paralizadas esperaban un desenlace que nunca llegó. Seguramente convoqué ancestros que también permanecieron atónitos ante tanta belleza.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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