lunes 20 de febrero 2017
-¿Te creíste que podías vivir sin escribir? -Pensé que podría saciar la sed con acuarelas. -¿Y qué tal? -Aprendí que si me tranco con esta pendejá siempre puedo pintar y volver a empezar. -No entiendo. -Pues que los colores perdonan más que la lengua. Y cuando el esqueleto decide hospedar una guerrilla virulenta, la danza duele más que la quietud. Entonces el pincel se vuelve mi mejor aliado. -¿Osea, que no has bailado tanto? -Pasé muchos días en la cama, pero al fin he vuelto a tomar clases, en salón, con espejo y sin arena. -¿Lo prefieres a la orilla?
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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