jueves 19 de mayo 2016
Cien segundos, cien palabras. ¿Será posible? Y bailé y llovió y seguí bailando y volvió a llover. Con resaca estaba el mar, con resaca estaba yo. Nos entendimos. Cerré los ojos y me fui adentrando más y más, permitiéndole a las olas que me arroparan en vez de sacudirme, enamorándome del caos. Aprendiendo a mecer mi alma como se mece la de un niño en llanto. Con calma se mece el alma. Podría dedicarme toda una vida a almacenar azules en mis pupilas y a chapotear el agua hasta convertirla en cristal. Cien segundos no me bastan para cien palabras.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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