Llevo ya más de dos días con el río enredado en el pelo. El olor y el eco del sol en los rizos me hace quererme un poco más—una atracción inédita hacia mi cuerpo recién pulido...les presento una ruta alterna y más amable al ruido, una que solo se abre cuando te arrojas a los rincones más caudalosos de la vida donde “se vale fracasar, pero no se vale no arriesgarse.”
De pronto son un par de ojos alegres, un puñado de anzuelos, el recuerdo erotizado de un hormiguero, la mirada cansada, el viento sacudiéndote la ropa para darte un chispito de vuelo. Son destellos de luz sobre las uñas de la mano derecha y las hojas secas de un guayabo que no se deja morir. Es un helecho resuscitado y el final de una novela a punto de caramelo. Es la tierna osamenta de tus vecinos marinada en droga, es el desfile deambulante del porvenir. Son la lista de quehaceres sin tachar y la cacerola guardada, pero por siempre abollada. Son los parpados pesados y las extremidades erizadas de una nación invertebrada. No hay atajos ni destinos. Es remojar la melena en el río hasta que cambie de color.
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
November 2022
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