domingo 23 de octubre 2016
La noche estaba lo suficientemente nublada como para bailar sin que las estrellas se burlaran. Los rayos estallaban lo suficientemente lejos como para tararear una canción sin que los truenos me interrumpieran. Al fin, encuentro ligereza de la que me hace levitar de adentro hacia afuera y la lluvia se hace cómplice de mi vuelo, dejándome despegar antes de mojarme las alas. Los pulmones recargados de monte están listos para un largo viaje con versos proféticos de Silvio retumbando entre el equipaje, asegurándome que el destino es este mismo camino, rotulado con "canciones y tormentas”, alumbrado con "compañía y soledad."
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P. P. P.Ahora: cada día tiene su pie forzado, lo importante es seguir, sin forzar demasiado Archives
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